Yokoso Japan! – Frikiplaceres nipones: Akiba y Karaoke
28/02/2011 3 comentarios Asia, Japón, Viajes Natalie Michelle Jurado SolanillaAkihabara o Akiba… Después de una ardua mañana visitando el Palacio Imperial de Tokio decidimos tomar el metro rumbo a Akihabara, otrora el barrio eléctrico y electrónico de Tokio y hoy día el paraíso friki/geek por excelencia.
La primera impresión que tuve: ¡es un Salsipuedes gigante! Aquí se puede encontrar desde pequeñas piezas electrónicas hasta un disfraz completo de Naruto. Esto se debe a que en los últimos años lo eléctrico y lo electrónico empezaron a compartir protagonismo con el mundo de fantasía de los japoneses.
Desde la salida del metro empezamos a percibir los pequeños negocios que poco a poco daban paso a las moles majestuosas con letreros en neón gigantes que invitaban a comer en un maid café, a jugar en una sala recreativa o a comprar cámaras fotográficas, teléfonos móviles y electrodomésticos.
Nuestra intención no era comprar, sino curiosear, por lo que fuimos de «window shopping» por todas las tiendas que encontramos. Algunos de los comercios presentaban mercancía «inocente» en el exterior que a medida que avanzábamos se convertía en productos hentai, jajaja. Otros estaban dedicados únicamente a las máquinas atrapa premios (esas que tienen un brazo mecánico) con recompensas de lo más variopintas: figuras de acción, peluches, libros o cajas de masa para waffles (gofres). A mi juicio las máquinas estaban todas trucadas, porque no vi a nadie ganarse nada y en una ocasión pillé a uno de los encargados «haciendo algo» a uno de los terminales del brazo de una máquina; puede que tenga razón, ¿no creen?
En las calles y almacenes nos encontramos con todo tipo de gente: desde trabajadores de oficina (siempre con sus trajes oscuros), hasta cosplayers, pasando por cientos de adolescentes, todos uniformados, comprando complementos para sus pertenencias.
El almacén más impresionante en el que entramos ocupaba un edificio de unas nueve plantas. En la planta baja había un arcade donde no nos detuvimos, en la siguiente artículos electrónicos (cámaras, teléfonos móviles, computadoras / ordenadores, portátiles, etc.; con muy buenos precios), luego venía el piso de los videojuegos y souvenirs, el de más arriba era de complementos y accesorios (decoración para móviles —colgantes, pegatinas, pedrería—, almohadones animados, figuras de acción de todos los personajes habidos y por haber). La siguiente planta era la más impresionante de todas, la de cosplay (costume-play): había de todo, disfraces completos, desde zapatos hasta sombreros, de cientos de personajes, algunos conocidos y otros que en mi vida había visto. ¡Uff! Por suerte nosotras nada más estábamos curioseando y con presupuesto limitado, de lo contrario nos habríamos vuelto locas comprando. Eso sí, entre tanta gente y tantas cosas a la vista (literalmente no cabía un alfiler más), terminamos mareadas, con lo que decidimos poner fin a nuestra visita, no sin antes echar un vistazo a la última planta del edificio donde estaba ubicado el maid café. Pensamos en entrar, pero había lista de espera y todo parecía muy caro por lo que decidimos que sería una experiencia reservada para la siguiente visita.
Lo único triste de la visita es que casi no encontré merchandising de mis animes favoritos; nada sorprendente considerando que ya no están de moda. 🙁
De camino al metro vi algo alucinante: un pequeño rincón llenísimo de gente y de máquinas expendedoras de tabaco, ¡lástima que no le hice una foto! Hasta ese momento no había caído en la cuenta de que no había nadie fumando por la zona, ahora ya conozco la razón: ¡está prohibido! En otros barrios también vi letreros donde se indicaba que se permitía fumar mientras se caminaba, ¡tal como se lee! Si se quería fumar había que detenerse, jajaja.
Súper cansadas de tanto caminar, aunque emocionadas por todo lo que habíamos conocido, partimos hacia el hotel. Nos esperaba una hora de camino. Al llegar nos dijeron que estaban organizando una visita a un karaoke cercano y ni cortas ni perezosas nos apuntamos. 😉
Cuarenta y cinco minutos más tarde estábamos en el round1, una cadena de establecimientos de entretenimiento: bolos, arcade y karaoke todo en uno. Éramos unas 20 personas y por fortuna entre nosotros había un chico japonés que nos sirvió de intérprete toda la noche. Alquilamos tres salas para seis o siete personas cada una, pedimos algo de comida, mucha cerveza y, ¡a cantar! En nuestra sala habían dos panameños, dos españoles, un japonés y un guamés… ¡Vaya combinación! En un principio, la gente no se animaba a salir al escenario así es que Maleny y yo nos hicimos con los micrófonos (poniendo en práctica nuestras arduas jornadas con el SingStar ;-)), aunque tras comer un poco y después de beber un par de jarras de cerveza, las inhibiciones desaparecieron y salieron a relucir los fanáticos de Metallica, los románticos empedernidos y hasta el más tímido de todos, Pao, nuestro guía japonés en esta velada, nos deleitó con un par de canciones, entre ellas Linda Linda de The Blue Hearts. Ninguno de los cinco conocíamos la letra pero todos acabamos acompañándolo en los coros.
Después de dos horas ininterrumpidas de karaoke y con las gargantas irritadas de tanto cantar, decidimos poner fin a la velada y tomar un taxi hacia el hotel.
Un saludo a todos y los veré nuevamente en la última entrega de este primer viaje a la tierra del sol naciente.
Sako
No sabia esos dotes de canto que tienen uds, espero nunca tener que apreciarlos 😛 😀
Carlos Ho D.
Ya los apreciará, ya los apreciará… 😛
Natalie Jurado
jajaja, tú espera a año nuevo 😉