Caminando la W de las Torres del Paine — Día 2

Caminando la W de las Torres del Paine — Día 2
04/02/2015 2 comentarios Viajes Carlos V. Ho Diéguez

Esta es la tercera entrega de un relato detallado de mi experiencia recorriendo a pie la ruta de la W invertida en el Parque Nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena.  Puedes leer otras entregas y un resumen de todo el viaje aquí.

Recorrido del día 2 en la W invertida en las Torres del Paine, Chile
Recorrido del día 2 en la W invertida en las Torres del Paine

Vaya noche. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que dormí en una tienda de campaña en medio de la montaña, sería hace por lo menos un cuarto de siglo. No recuerdo si el viento en la Sierra de Gredos era tan brutal como el que ha estado amenazando con hacer volar nuestra tienda toda la noche aquí en el refugio Grey. El sonido ha sido ensordecedor y en más de una ocasión pensé en levantarme y comprobar que todos los amarres de la tienda estaban bien ajustados. Traje tapones de oídos, pero no se me ocurrió tenerlos a mano; simplemente pensé que con lo cansado que estaba, no tendría problemas en dormir.  Sin embargo, siento que me he pasado toda la noche en vela y ahora ya amaneció y no tendré mucha más oportunidad de descansar.  De pronto uno de mis compañeros rompe el silencio; resulta que no soy el único que ha pasado una mala noche.  Al parecer los tres hemos dormido mal y por la cabeza de cada uno ha pasado el mismo pensamiento ―¿Estarán los otros dormidos? ¿Cómo pueden dormir con este viento? ¿Les pregunto si están despiertos? No hombre, no voy a despertarles, si parece que están dormidos. ―Y así nos hemos pasado toda la noche, despiertos, pero sin atrevernos a hablar por si acaso los demás habían logrado conciliar el sueño. Qué tontos…

Ahora se avecina otra lucha. Hace frío, viento y está lloviendo ligeramente. Podemos escuchar las gotas cayendo sobre el techo de nuestra tienda. Nuestro saco de dormir no es lo más cómodo ni más caliente del mundo, pero seguro que cualquier otra opción aquí donde estamos es peor. Nos resistimos todo lo que podemos, tratando de conseguir que sea otro el primero que se levante. Nuestras vejigas acuerdan que ellas serán el jurado para determinar al perdedor y tras mucha deliberación, parece que el elegido es Barry, aunque él se encuentra en el lado opuesto a la puerta de la tienda. ―Atención, muchachos, voy a pasar por encima. ¡Necesito ir al baño! ―exclama Barry. Niko y yo seguimos acurrucados en nuestros capullos de calor, hasta que finalmente decidimos que el día va a seguir igual de feo y que mientras más tardemos en salir, menos tiempo tendremos para apreciar el glaciar que ayer conocimos y nos dejó con ganas de verlo desde más cerca. El recorrido de hoy nos lleva de vuelta al refugio Paine Grande, de donde salimos el día anterior, pero antes de ir hacia allá, queremos tomar el camino que lleva al paso Gardner hasta donde podamos llegar, para acercanos al glaciar Grey lo máximo posible. El angelito en nuestro hombro derecho nos muestra hermosas imágenes del glaciar mientras el diablito en el hombro opuesto solamente nos muestra a nosotros encerradados en el saco y la tienda hasta el fin de los tiempos. Aunque es tentador, finalmente le hacemos caso al primero y salimos de nuestra madriguera con mucho pesar y frío.

Campamento en refugio Grey, Torres del Paine, Chile
¡Qué difícil es salir!

Lo más importante para empezar el día, tras la parada obligatoria en el baño, es el desayuno. Para nuestra primera mañana, tenemos unos deliciosos copos de avena instantáneos con… nada. Ahora nos damos cuenta de que nos faltó comprar azúcar o algo para endulzar este engrudo soso que tenemos en nuestras tazas. Es una de las cosas más desagradables que he probado en mi vida, junto con la pasta que cenamos ayer. Pues sí, tampoco trajimos sal y a pesar de que sugerí traer algunos sobres de salsa de tomate, a mis compañeros les pareció peligroso, ya que podrían reventarse dentro de alguna de las mochilas. ―Podríamos ponerlos dentro de muchas bolsas para evitar eso ―dije yo, pero no los convencí. Así pues, cenamos pasta sin salsa, cocida en agua con la mitad de una sobre de sopa instántanea, supuestamente para darle sabor (no funcionó) y ahora disfrutamos de un delicioso engrudo completamente soso. ―Vaya inicio gastronómico de un viaje ―pienso yo.

Desayuno en excursión en Torres del Paine, Chile
Hmmmm, delicioso engrudo…
Cenando pasta en excursión en Torres del Paine, Chile
…y sabrosa pasta sosa, hmmm…

Pero dejemos los pensamientos negativos a un lado. Mientras antes terminemos nuestro engrudo, más temprano iremos a ver el glaciar Grey de cerca. Nos preparamos lo más rápido posible y en unos minutos nos encontramos en el mismo sendero que el día anterior nos llevó al mirador del refugio Grey, pero en esta ocasión giramos hacia la derecha en una bifurcación, siguiendo el camino hacia el paso Gardner, el punto más alto de los senderos del parque nacional. Nos adentramos en un bosque espeso con mucho verdor, algo que casi no habíamos visto en el primer día, debido al gran incendio del 2011. Se ve que aquí no llegó a afectar tanto aquella catástrofe. La caminata es espectacular, aunque en general no veamos el glaciar al encontrarnos envueltos por árboles. Dan ganas de detenerse a hacer fotos cada 10 segundos, pero si lo hacemos, no llegaremos muy cerca del glaciar antes que tengamos que dar la vuelta. Por lo menos debemos tratar de llegar al campamento Los Guardas, donde según nuestro mapa debe haber un mirador hacia el glaciar.

El sendero entre el refugio Grey el paso Gardner, Torres del Paine, Chile
Todo el sendero es similar a esta escena

Este sendero es alucinante. Pasamos por varios puentes, pero en este momento nos encontramos en un puente colgante enorme que nos permite cruzar sobre el lecho de un arroyo que baja de la montaña con una espléndida cascada. En esta zona podemos divisar el glaciar Grey también, creando una dramática escena que evidentemente requiere una parada fotográfica. Subo por un sendero secundario hasta un punto desde el cual puedo captar una increíble vista de mis compañeros cruzando el puente con el lago Grey y el glaciar en el fondo. Este viaje no para de dejarnos boquiabiertos con la belleza natural que se revela en cada esquina ante nosotros. No puedo evitar recordar el engrudo y pensar que menos mal que lo engullimos rápidamente y salimos relativamente temprano del campamento para poder apreciar todo esto.

Puente en el sendero hacia el paso Gardner, Torres del Paine, Chile
Puente colgante, lago y glaciar Grey

Tras poco más de hora y media de ascenso, llegamos a una bifurcación. A la derecha, el sendero continúa subiendo hacia paso Gardner. A la izquierda, el mirador del campamento Los Guardas. Paso Gardner lo dejaremos para otra ocasión, cuando vengamos preparados para recorrer la «O» (básicamente el mismo recorrido de la «W», agregando la parte detrás de las Torres para hacer un circuito). Hasta aquí ha llegado nuestro recorrido en este sendero, por lo que nos acercamos al mirador. El bosque se abre a un enorme barranco que cae vertiginosamente hacia las aguas del lago Grey, desde donde podemos apreciar lo mucho que hemos subido y cuánto nos hemos acercado al glaciar.

El glaciar Grey desde el mirador Los Guardas, Torres del Paine, Chile
El glaciar Grey desde el mirador Los Guardas

A pesar de que hemos caminado mucho, el río de hielo sigue viéndose lejano y ahora que estamos mucho más arriba que él, pareciera ser más pequeño. Sin embargo, sabemos que es gigantesco, sobre todo porque hoy vimos a varios kayaks navegando cerca de los témpanos de hielo desprendidos del glaciar, los cuales sabemos que son mucho más pequeños que la cara vertical del glaciar.

Kayak e iceberg en el lago Grey, Torres del Paine, Chile
Escala: el iceberg es solamente un minúsculo trozo del glaciar
Detalle del glaciar Grey, Torres del Paine, Chile
Un témpano no es más que un pequeño trozo que se desprende de aquí

Con este conocimiento y desde esta posición podemos apreciar mejor la inmensidad de los campos de hielo que dan origen al glaciar. Dan ganas de ponerse crampones e ir a explorar todo eso, pero en esta visita no tenemos tiempo para ello. Hay nubes amenazadoras que difuminan la línea del horizonte y pronto empezamos a sentir pequeñas gotas caer. La vista en este mirador es fenomenal, pero nos esperan 15km de caminata hasta el refugio Paine Grande que preferimos hacer con poca lluvia. Tras hacer las últimas fotos del glaciar, emprendemos nuestro camino de regreso hacia el refugio Grey.

Caminando hacia el glaciar Grey, Torres del Paine, Chile
Atrás quedan el glaciar Grey y sus témpanos

La vuelta al campamento es bastante amena. El denso bosque nos protege de la lluvia ligera que nos persigue desde el mirador y casi todo el camino es de bajada. Pronto nos encontramos en el campamenento Grey y raudamente desmontamos nuestra tienda y guardamos toda nuestra parafernalia en nuestras mochilas. Hay que aprovechar el subidón de energía que tenemos para continuar hacia Paine Grande lo antes posible. Siento que el ánimo se me drena solamente de pensar en el ascenso que nos espera tras salir del refugio Grey hasta que lleguemos al punto intermedio del sendero, allí donde vimos el lago Grey por primera vez ayer. Mis compañeros parecen no recordar aquella bajada hacia el refugio Grey por la que caminamos ayer, incluida esa parte en la que tuvimos que pasar debajo de un tronco caído con un pequeño río tomando el sendero como cauce. Pero yo la recuerdo bien, y la temo. Se me quedó grabada en la memoria desde ayer, cuando pensé que hoy tendríamos que subir por allí. Una vez que llegamos a ese punto, Niko y Barry parecen sorprendidos, pero les dura poco. Por supuesto que se acuerdan de este punto. Ahora lo recordarán más, al tener que pasar casi que con el pecho a tierra y arrastrándose para poder sortear el tronco abatido. El calvario no termina aquí, pues la cuesta sigue y sigue, haciendo que yo, el que en peor condición física está, tenga que hacer paradas frecuentes. Niko pareciera que disfruta de las cuestas y a veces pasa corriendo a nuestro lado mientras nuestros pies van arrastrándose por el suelo. Hay momentos en los que uno se pregunta por qué está pagando por sufrir, pero de vez en cuando aparece el lago Grey con sus témpanos de hielo para recordarnos por qué estamos aquí. Finalmente llegamos al punto más alto del sendero y aunque está lloviendo, paramos aquí, tal y como hicimos ayer, para comernos unas ricas barritas de cereales. No bromeo, es lo más sabroso que hemos comido en día y medio.

Punto intermedio entre Paine Grande y Grey, Torres del Paine, Chile
Nuestro punto de descanso favorito

A partir de aquí, es casi cosa de coser y cantar. Apenas hay subidas. Sin embargo, tras más de cuatro horas caminando, ya necesitamos más descansos, incluso al caminar por terreno plano. Eventualmente nos encontramos con una pareja de unos 60 años, con quienes empezamos a tener una pequeña competencia para ver quién llega primero al refugio Paine Grande. En general, pareciera que nosotros caminamos más rápido, pero con cada parada que hacemos, ellos nos adelantan. Llega un momento, entrando al valle cercano al refugio, en que uno de nosotros pide una pausa para orinar y la pareja nos adelante una vez más. Justo ahora que parecía que podríamos ganarle a estos que nos llevan casi el doble de años… Nos causa mucha gracia la competencia secreta que hemos montado debido a nuestras pobres condiciones físicas, incluso más porque si ya era absurdo alegrarse por ganar, será mucho más ridículo el perder. Pero, oh, más adelante empieza a llover un poco más fuerte y la pareja se detiene para ponerse un impermeable. ¡Es nuestra oportunidad! Con muchas risas nos adelantamos, esperanzados ahora sí en llegar primero. Y lo conseguimos, nuevamente, entre carcajadas.

Macizo Paine Grande en un día nublado, Torres del Paine, Chile
De vuelta a Paine Grande

Llegamos al refugio Paine Grande donde la lluvia y el viento azotan y nos hielan las manos mientras montamos la tienda. Qué difícil es hacer cosas con las manos, nudos por ejemplo, cuando están entumecidas por el frío. Nos cuesta, pero finalmente dejamos la tienda lista, protegida por una colina, donde esperamos que el viento no sea tan fuerte como el de ayer que no dejó dormir a ninguno de nosotros. Corremos hacia el edificio central del refugio para guarecernos y lo primero que hago es ir a la tiendita del refugio. Ya le había echado un vistazo el día anterior y sé que venden cosas como salsa de tomate, la cual estoy seguro que puede convertir nuestra pasta sosa en una delicia. Hemos pasado la mitad del camino hablando de cómo tenemos que hacer algo para solventar el problema del sabor en nuestra comida; la verdad es que cuando estás haciendo un recorrido de varios días, esto es un problema importante. Veo que un sobre de salsa de tomate cuesta solamente 400 pesos chilenos, lo cual es menos de un dólar. Bueno, vale, en una tienda normal probablemente estaría a 200 pesos, pero este sobre nos salvará la vida, o por lo menos, la moral. Corro a dar la información a mis compañeros. ―Sí, sí, cómpralo y es más, compra para el resto de los días también ―dijeron ellos―. Espera, quiero echarle un vistazo a la tienda por si hay otras cosas podrían venirnos bien ―dice Niko. La idea prueba su valor cuando Niko encuentra otro tesoro: queso tipo parmesano. También nos llevamos unos sobres de sal y de azúcar; ya tenemos un día y medio de experiencia y sabemos que esto puede ser muy útil.

La pasta de esta noche, a diferencia de la de ayer, está espléndida. Cubierta de salsa de tomate y con abundante queso rallado, es ambrosía para nuestro paladar. Niko decidió verter el sobre entero de queso en esta cena e ir a comprar más para los otros días. No hay que escatimar con tal de que la comida sea un opíparo banquete. Quién nos diría que algo tan simple podría tener un sabor tan celestial. Mañana no habrá engrudo de desayuno; usaremos nuestros sobres de azúcar y las pasitas para darle sabor. Nunca más comidas sosas para estos excursionistas. Bueno, nuestras barritas de cereales ahora no parecen ser la gran cosa, pero da igual, con tal de que en la cena haya pasta con salsa de tomate y queso, no nos importará que nuestro almuerzo sean barritas de cereales. Hemos descubierto el no-va-más del senderismo, la piedra filosofal, el elíxir de la vida eterna. Al menos así nos sentimos. Hoy nos vamos a dormir contentos. Un malvado engrudo de avena trata de interrumpir nuestros dulces sueños, pero el capitán queso rallado lo expulsa de nuestras mentes y las deja en paz para que podamos descansar. Le deseamos buenas noches y procedemos a soñar con sobres de sal, azúcar y pasta de tomate.

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  1. 1

    Fernando

    Que buena experiencia!
    Espero ir en noviembre. Aprovecho para hacerte una consulta. Tengo la misma idea que tenían ustedes. Ir desde Grey al paso Gardner y volver a Grey. Sabés si está permitido? Una persona me dijo que no permiten ir en ese sentido. Si no en el sentido inverso de la O.
    Saludos!

    Responder
    1. 1

      Carlos V. Ho Diéguez

      Hola Fernando y bienvenido al perro viajante.
      Efectivamente, es una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida.
      Nosotros no subimos hasta el paso Gardner, sino que tomamos ese sendero y paramos cuando llegamos al mirador del campamento Los Guardas, regresándonos en ese momento. Es una subida bastante difícil hasta Gardner, y tengo entendido que es más complicada por ese lado. No vimos a nadie que impidiese caminar en ese sentido y de hecho sí vimos a una persona que salió de camino a paso Gardner, que nos dijo que iba a hacer la O en ese sentido.

      Responder

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